Evangelio de hoy 24 de enero. Martes de la 3° semana del tiempo ordinario

Lectura del santo Evangelio según san Marcos (3,31-35)

En aquel tiempo, llegaron la madre de Jesús y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar.
La gente que tenia sentada alrededor le dice:
«Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan».
Él les pregunta:
«¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?».
Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:
«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre».

Palabra del Señor

Reflexión

Sobre este evangelio el Papa Francisco nos dice: Jesús ha formado una nueva familia, que ya no se basa en vínculos naturales, sino en la fe en Él, en su amor que nos acoge y nos une entre nosotros, en el Espíritu Santo. Todos los que acogen la palabra de Jesús son hijos de Dios y hermanos entre ellos. Acoger la palabra de Jesús nos hace hermanos entre nosotros, nos hace ser la familia de Jesús. Hablar mal de los demás, destruir la fama de los demás nos convierte en la familia del diablo. La respuesta de Jesús no es una falta de respeto por su madre y sus familiares. Por el contrario, supone el mayor reconocimiento para María, porque precisamente ella es la perfecta discípula que obedeció en todo a la voluntad de Dios. Que la Virgen Madre nos ayude a vivir siempre en comunión con Jesús, reconociendo la obra del Espíritu Santo que actúa en Él y en la Iglesia, regenerando el mundo a una vida nueva. (Ángelus del 10 de junio de 2018).

Yendo mas allá del mensaje de la familia, en este tiempo podemos hablar de la voluntad de Dios, ¿Y cómo saber cuál es la voluntad de Dios? A menudo buscamos la voluntad de Dios donde nos parece que debería estar, pero nos olvidamos que la voluntad del Padre se nos manifiesta de forma concreta y a través de personas y circunstancias concretas. Como decía Pablo Domínguez: « Nos escandaliza lo concreto, mientras que lo genérico nos encanta. Todos somos unos santos en lo genérico cuando decimos: “Hágase tu voluntad… te entrego mi alma, mi vida y mi corazón… pero mi peluche, no” “Te obedezco en tus designios eternos, te abrazo con sublimidad…” Pero luego te vienen con que tienes que ir a tal misión y ya… ¡Algo concreto ya no!» 

En último término, esperamos que Dios admita nuestra idea de lo que debería ser su voluntad y que nos ayude a cumplir esa voluntad, en lugar de aprender a descubrir y aceptar la suya en las situaciones concretas en las que nos pone a diario Debemos aprender a mirar nuestra vida diaria, todo lo que nos sale al paso, con los ojos de Dios; ahí, en las situaciones cotidianas, se nos revela la voluntad de Dios.

La tentación está en no ver en esas circunstancias que nos rodean la voluntad de Dios, pasar de ellas por ser tan habituales e insignificantes, y tratar de descubrir otra “voluntad de Dios” que se ajuste mejor a nuestra idea de lo que debería ser. La respuesta está en aceptar que son esas cosas donde se nos muestra en verdad la voluntad de Dios, y actuar conforme a ello en cada momento del día, abandonándonos confiadamente al querer de Dios. Luego de este domingo donde celebrabamos la palabra de Dios, pidamosle al Señor que nos ayude a acatarla diariamente.

 

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